miércoles, 22 de febrero de 2012

El secreto entre los árboles [Parte 9]

La puerta se abrió lenta y silenciosamente. La oscuridad gobernaba allí dentro, donde la luz ni tan siquiera se atrevía a entrar, era tan espesa que parecía que se podía tocar o incluso que te podía devorar. El anciano maestro se puso a su vera y lo apartó con un suave empujón de su mano raquítica, en la que un millar de arrugar y venas se unían para conseguir una superficie más parecida a la tierra batida que a la piel de una mano. Sin miedo alguno, introdujo la mano en la oscuridad. Se escuchaban pequeños golpes y movimientos de objetos, pero nada de eso se podía contemplar. De repente, estos cesaron y una enigmática sonrisa brotó de sus labios.

Lentamente, la mano iba saliendo hacia el exterior, siendo iluminada por la luz allí reinante. Con su mano agarraba fuertemente un pequeño objeto. Alex jamás había visto un objetos semejante. Tenía una extraña forma de tubo acabado en un extremo con forma de cono. El anciano pulsó un botón; mientras tanto, un Alex expectante observaba con temor aquel objeto desconocido para él. El gran maestro golpeó dos veces el objeto contra la pared de madera mientras repetía <<Estúpida...linterna>> Volvió a golpear el objeto contra la pared hasta que por fin, una luz apagada y mortecina brotó del interior de la parte con forma de cono.

- Maestro - Dijo Alex algo asustado - esa cosa...brilla.
- ¿Ya brilla? Creía que se había roto, ten cógelo y encuentra ahí abajo unas escaleras y baja conmigo.

Cogió el objeto que le brindaba su maestro con gran temor y respeto. Apuntaba con aquella luz ahogada a una oscuridad apenas quebrada por la luz que manaba del objeto. Con gran dificultad consiguió ver unas escaleras apenas ocultas por un par de harapos sucios y mohosos. Alex cogió la mano del maestro, pero este la apartó con gran delicadeza <<Tranquilo, chico. He vivido en la oscuridad muchos años no me va a pasar nada. Ve tu primero>> Sentenció.

Haciendo caso del gran maestro, se adentró dentro de aquel armario y se dirigió hacia las escaleras ocultas en las tinieblas. Bajaba lentamente, ya que la linterna apenas conseguía iluminar nada. Una vez hubo cogido la distancia entre escalón y escalón ya comenzó a bajar más rápido. Al final, al cabo de cinco minutos, no hubo más escalones que bajar. En la oscuridad escuchó una terrible tos, proveniente del gran maestro, que le seguía en la oscuridad.

- Chico ¿Estás ahí?
- Sí, maestro - Contestó rápidamente Alex -
- Bien. Y chico...no te asustes.
- ¿Por qué debería maes...

Un potente sonido interrumpió sus palabras por un potente sonido proveniente de un punto indeterminado en la oscuridad. De repente, las tinieblas fueron poco a poco sustituidas por una luz que apenas irradiaba potencia, pero que poco a poco fue ganando intensidad, dejando al descubierto una enorme sala con un montón de arcones pegados en las paredes.

- ¿Ya hay luz? - Gritó el gran maestro para que su voz pudiera oírse por encima de aquel ruidoso motor que proporcionaba energía electrica al lugar.
- Sí... - Es lo único que logró pronunciar, ya que seguía perplejo ante ese despliegue de tecnología que le resultada imposible de comprender. ¡Aquellas grandes luciérnagas brillantes eran artificiales! - ¿Qué es todo esto maestro?

El maestro no respondió, se quedó quieto donde había activado el motor y esperó un par de segundos hasta que este cesó de hacer ruido y pudieron hablar tranquilamente.

- Ves recto - Increpó - Y aparta tres arcones, en el cuarto está lo que buscamos.

Alex sin mediar palabra se dirigió hacia delante y comenzó a retirar los pesados arcones. La fuerza que tenía que hacer Alex le obligaba a descansar cada vez que movía un arcón <<¿Qué demonios tendrá aquí dentro?>> Se preguntaba a si mismo todo el tiempo.

Después de pasar un largo rato apartando aquellos aparatosos y pesados arcones, por fin dio con el que le había indicado el anciano. Apartándolo con mucho más cuidado que los anteriores lo dispuso en el centro de la sala, donde permanecía el gran maestro sentado sobre otro de los arcones que había quitado previamente. <<Ábrelo, Fernir>> Fueron las palabras que manaron de sus labios. Alex encontró los cierres en uno de los laterales. Los quitó y abrió lentamente la tapa, dejando al descubierto su contenido.

- Ahí tienes todo lo que necesitas para realizar tu viaje, Fernir. Ahí tienes una máscara de gas, póntela para atravesar el bosque de la zona muerta o morirás asfixiado. También tienes una gabardina hecha con la piel de los lobos que vienen de esa zona, si no los potentes rayos de sol te abrasarán vivo, créeme. - Dijo mientras blandía una tímida sonrisa en el rostro - Podrás encontrar también un machete muy brillante, ¿Lo ves?
- Sí...claro... - Dijo mientras sacaba susodicho objeto del arcón. Este desprendía un brillo metálico y  azulado. Imponía respeto.
- Ten cuidado con él, esta hecho de Adamantium, un metal indestructible, fruto del antiguo mundo. Está muy afilado, créeme.
- Entonces es...¿Tecnología arcana?
- Así es, hijo. Ahora busca en el fondo.

Alex se agacho y buscó en el interior del baúl. No tardó mucho en encontrar lo que le había mandado buscar.

- ¿Qué es esto, maestro? - Le preguntó intrigado mientras llevaba el objeto a las manos del anciano.
- Esto es también tecnología arcana, Fernir. Lo llamábamos pistola.
- Así que, pistola... - Recapacitó.
- Mira, se coge así - El maestro cogió la pistola firmemente y apuntó al frente - Esto que tengo agarrado con el dedo es el gatillo, tu solo presiona y...- El anciano presionó el gatillo y el arma se disparó, provocando un enorme estallido y un agujero en la pared que tenían al frente.- Así es como se hace.

 El olor a pólvora comenzó a impregnarlo todo. Alex estaba algo asustado al ver aquella pieza de tecnología antigua funcionando tan bien y que fuera a dársela para poder buscar a su hijo. El anciano le enseñó a disparar con aquel artilugio y le mostró como se recargaba el arma y que hacer si se encasquillaba.Le había enseñado todo lo que tenía que enseñarle antes de partir. Allí mismo, Alex se calzó la ropa que había en el arcón y se puso la máscara de gas. Junto a su antiguo machete puso el que acababa de adquirir y la pistola la guardó en un hueco hecho para ella que había en el interior de la gabardina.

<<Ahora no pierdas tiempo, hijo. Ves, corre. Busca a tu hijo hasta que no te queden fuerzas y no pierdas la fe.>> Fueron las palabras del gran maestro mientras se dirigía hacia las escaleras, para salir de allí <<Una cosa más, hijo>> Alex se volvió, para oír las últimas palabras de su maestro

                                               <<Vuelve con tu hijo, o no vuelvas>>

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