jueves, 5 de enero de 2012

El secreto entre los árboles

Un enorme pavo correteaba ágil entre los los árboles rebosantes de vida. Pequeños haces de luz atravesaban las espesas copas de los árboles, pudiendo solo las más afortunadas impactar contra el suelo o contra alguna fría roca para poder darle algo de calor a alguna alimaña.

Ajeno al futuro e indiferente ante el pasado, el pavo continuaba su propia partida de caza, recogiendo y engullendo cualquier semilla que se le cruzara ante sus ovalados ojos. La brisa fresca y limpia que allí corría le transportó un aroma, creía reconocer ese aroma. Era una hembra.

Atraído y excitado ante la posibilidad de la cópula, el pavo se dirigió veloz hacia el lugar de donde provenía aquel hipnótico aroma. Sus patas pisar las hojas secas del suelo producían un ligero sonido que habrían desvelado su posición a cualquier depredador del bosque. Pero la suerte estaba de su parte.

Su excitación llegó a su punto álgido cuando llegó al lugar de donde provenía el aroma...pero allí no había animal alguno. El pavo estaba confuso, habría jurado que aquel embriagador y almizcleño aroma procedía de una hembra y que se encontraría en ese lugar; pero allí solo encontró árboles, silenciosos espectadores de todo lo que ocurría en el bosque.

Un sonido débil y cuasi imperceptible brotaba de la tensión que poco a poco se iba generando en aquellas finas y delgadas cuerdas como cabellos. El arco de madera se deformaba, amenazante de romperse a ojos inexpertos. El cazador tenía la pluma de la saeta entre los dedos, rozándola, tocándola, sintiendo el poder que ejercía con aquel simple trozo de madera. En su punta, modificada artesanalmente por él, se encontraba adherido a la saeta la hoja de su cuchillo de caza, afilado, frío y amenazante.

Se encontraba en pie, sobre una gruesa rama de un árbol. Sus ropa, sucia y desgarrada, se mecía al igual que su pelo con las brisas ocasionales que viajaban entre los árboles.


Apoyó su rodilla sobre el tronco, necesitaba estabilidad.    

Tiró lo máximo que dio de si la delgada cuerda, necesitaba potencia.

Apuntó ligeramente hacia arriba de su objetivo, sabía que la flecha luego bajaría un par de centímetros, necesitaba precisión.


Respiró ligeramente y soltó la flecha que salió despedida velozmente dejando tras de si el inconfundible sonido del aire cortado.

El pavo continuaba buscando a su semejante, pero no lograba dar con ella. Era inexplicable. De repente, un sonido rápido y silbante manó tras él, aunque no le dio tiempo de reaccionar. Notó un intenso dolor que atravesaba su pecho. Era tan frío. Luego notó como su sangre cálida bañaba sus patas y las hojas secas del suelo. Y después todo se sumió en la oscuridad.



3 comentarios:

  1. Da miedo, pero a parte, hay algún otro que te pone nervioso jaja, los relatos son geniales y están escritos de con una perfección que te transportan al mismísimo lugar de la acción.

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  2. ¡Muchas gracias! Me alegra que te gusten tanto :D

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